ASOMADA POR UNA RENDIJA
AL BARRIO DEL CEMENTERIO DE ALICANTE
El derecho a una vivienda digna
Llegó la noche y con ella la oscuridad, se apagaron las últimas luces dejando atrás recuerdos prósperos de otros tiempos y mientras el barrio dormía, una puerta se cerró de golpe y una llave que nadie sabía de su existencia, se perdió en el olvido.
Y la Ciudad dejo de recordar que al amanecer, con el nuevo sol y la luz abriéndose paso, esa luz tan radiante propia de Alicante, comenzaba un nuevo día.
También para ellos, los anónimos personajes que vemos de reojo empujando carros llenos de chatarra y objetos de todo tipo, calle arriba, calle abajo de este barrio en el que resulta difícil sostener la mirada, si es que llegamos a saber de su existencia, con el paisaje salpicado de cerdos vietnamitas que campan a sus anchas entre montañas de escombros e infraviviendas.
Viviendas en las que se apelotonan las familias, niños, no tan niños, ancianas y ancianos con poco sitio para vivir y menos aún para convivir. En esas casas, la mirada se eleva al techo, no en plegarias al cielo, sino muchas veces para evitar que se les venga encima, se convive con la humedad, los hongos, la suciedad, la falta de iluminación y ventilación.
Barrio pobre, dependiente y vulnerable, pero a la vez alegre y comprometido, también peligroso pero sobre todo abandonado, un barrio lleno de luces y sombras, en el que cohabitan minorías étnicas llegadas de la inmigración que se mezclan puerta con puerta, con habitantes nacidos de varias generaciones que se sienten orgullosos de pertenecer al mismo.
Esta película se nos muestra y transcurre rápidamente, en segundo plano, desdibujada, mientras acompañamos o vamos a velar a nuestros seres queridos camino al Cementerio, recorriendo el único eje que se mantiene todavía vivo y conecta la ciudad de Alicante con el barrio.
Son cada vez menos los árboles que todavía en pie, solemnes y con la dignidad propia de su especie, acompañan enmarcando el camino que da nombre a esa celebre calle, todavía en el recuerdo de la ciudad, el Vial de los Cipreses…
Habitamos la misma Tierra, compartimos Ciudad, aunque no vivamos en el mismo barrio, todos tenemos derecho a una vivienda digna
En estos días de confinamiento, el “hogar” alcanza una nueva dimensión y somos más conscientes del tipo de vivienda que habitamos al pasar 24 horas, día tras día, realizando todas las actividades cotidianas al interior, solos y solas, en pareja o en familia, sin poder salir a la calle.
Disponer de espacios saludables, de dimensión adecuada, patios, terrazas o balcones con luz natural, una buena orientación y ventilación, agua corriente para beber o para nuestro aseo diario, luz, gas u otras fuentes de energía para poder cocinar alimentos o calentarnos y disponer de otras instalaciones propias de la vivienda que damos como supuestas para todos, como un simple termo para poder ducharnos con agua caliente, si no nos dan la vida, nos la facilitan y dignifican nuestra existencia.
Estos días, que nuestras puertas también se cerraron de golpe, es más fácil ponerse en la piel de los habitantes del barrio del Cementerio
La Vivienda es el día a día de los arquitectos y arquitectas, estamos familiarizados con las dimensiones de los espacios, la luz, la ventilación, la proporción, la armonía, las texturas y colores, así como de muchos otros temas técnicos y normativos.
Nos hemos preparado durante años para dar respuesta y garantizar la seguridad, salubridad y habitabilidad de los hogares. Por nuestra profesión personas anónimas, nos abren la puerta de sus hogares o de sus sueños, de como desean vivir, de su intimidad… En ese sentido somos testigos y partícipes del HABITAR DEL MUNDO.
El proyecto “Asertos” promovido por Quatorze y Arquitectura Sin Fronteras, tiene como uno de los objetivos principales facilitar el acceso del conjunto de familias del barrio a un hogar digno, es como una pequeña luz que se cuela por la rendija de una puerta de un barrio en la actualidad enterrado, con marcada vulnerabilidad y exclusión y que con las permanencias semana a semana, habitante a habitante va abriendo tímidamente una a una, la puerta de sus casas permitiéndonos tomar conciencia de su realidad.
En el transcurso de dos años, se han diagnosticado alrededor de 30 viviendas, lo que representa un 15% del total. Construidas entre 1920-1945 según catastro, la vivienda tipo, es unifamiliar en hilera alineada a vial, generalmente de una o dos plantas de altura de entre 75-100 m2 y con patio interior, en la mayoría actualmente consolidado con edificación por falta de espacio habitable.
No se ha podido certificar la habitabilidad de ninguna de ellas, ya que no cumplen los mínimos respecto a los estándares de las normas de habitabilidad de Diseño HD/91 para viviendas anteriores al 07.04.2010 del Ayuntamiento de Alicante, menos aún hablar de viviendas dignas.
En Alicante, a 8 de abril de 2020, a menos de 10 minutos de casa, si no lo conoces de primera mano, resulta difícil imaginar una realidad así.
Artículo de Myriam Gutierrez Gil de Muro,
Arquitecta especializada en bioconstrucción y biohábitat. Colaboradora y Voluntaria de Arquitectura Sin Fronteras y Quatorze en “Asertos” Proyecto destinado a los colectivos vulnerables en la ciudad de Alicante.